3/7/15

Historia de los Aceites Esenciales: EGIPTO.


A los egipcios generalmente se les acredita con ser los primeros en utilizar los aceites esenciales.

Aunque todavía hay cierto debate, la mayoría de historiadores creen que los aceites utilizados en la antigüedad no eran idénticos a los aceites esenciales destilados por vapor que se utilizan en la actualidad. Más bien, los aceites utilizados por los antiguos egipcios parecen ser las grasas animales y los aceites vegetales en los que los aceites esenciales aromáticos de las plantas habían sido extraídos. Típicamente al dejar reposar el material vegetal en los aceites o grasas calientes.

Aunque no eran tan concentrados como los aceites estilados a vapor utilizados en la actualidad, los aceites eran, sin embargo, utilizados por sus propiedades terapéuticas y aromáticas, y se consideran los precursores de los aceites esenciales puros.

Para los egipcios, la distinción entre medicamentos y perfumes no siempre fue clara. A menudo, un aceite perfumado individual se utilizaba para ambos propósitos. Los aceites aromáticos comunes de la época, incluían incienso, mirra, madera de cedro, nardo, enebro, coriandro, almendra amarga, alheña, cálamo y orégano.

Uno de los documentos más antiguos y mejor conservados que conocemos, el Papiro Ebers, documenta que los egipcios usaban el incienso y otros compuestos aromáticos en el tratamiento de una variedad de diferentes enfermedades. Se piensa que este papiro fue redactado en algún lugar entre 1,553 y 1,550 antes de Cristo.

En 1,922, el arqueólogo Howard Carter y su equipo, descubrieron la tumba del antiguo rey egipcio Tutankamón. A pesar de la evidencia de algunos robos y que la tumba había sido resellada, la mayoría de los tesoros originales permanecían en la tumba.

Cuando Howard Carter examinó el contenido de la tumba, descubrió 35 frascos de alabastro que habían sido utilizados para guardar aceites perfumados y ungüentos, pero cada uno de ellos había sido vaciado. Pronto se hizo evidente a Carter que dos robos diferentes había tenido lugar en la tumba, el primer robo fue por los metales preciosos, y el segundo robo fue por los aceites y ungüentos. Carter se maravilló de que en la presencia de tantos otros objetos preciosos, los ladrones habían elegido robar los aceites. La única cosa que Carter podría concluir fue que "Las grasas, o aceites, que los frascos guardaban tenían, sin duda, un valor mucho mayor en aquellos días del que posiblemente nos imaginamos."


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